lunes, 20 de febrero de 2017

Jengibre


  

La primera vez que utilicé la raíz de jengibre fue cuando una amiga me recomendó que me preparase una infusión a base de jengibre para mejorar el resfriado: en una tartera con agua coloqué varios trozos de jengibre, cortados en rodajas, y un par de palos de canela, herví todo y apagué el fuego para dejar en infusión durante unos minutos. Colé el líquido y le añadí el zumo de un limón y una cucharada de miel.

Las cantidades y la forma de preparar una receta es, como muchas veces he comentado, al gusto del consumidor.

Realmente, me sentí mucho mejor y a partir de ese momento incorporé el jengibre a la lista de  mis ingredientes. Me gusta añadirlo, muy picado, a las cremas por su característico sabor, un picante que no abrasa, como en la crema de calabacín.

También descubrí, por esa altura, los dados de jengibre que se venden en las tiendas ecológicas; algo muy práctico para tener a mano en cualquier momento; además, aprendí sobre los beneficios de esta peculiar raíz. 

Lo curioso es que poco tiempo después, de comenzar a consumir el jengibre, se convirtió en un producto habitual en cualquier tienda de frutas y verduras. 


                    

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